sábado, 21 de agosto de 2010

En el marco del Foro de San Pablo la presidenta recibió a los delegados de la izquierda

Por Martín Piqué

Cristina ratificó que la Argentina no reconocerá el gobierno de Lobo hasta que no se restablezcan garantías democráticas en Honduras.

Fue un hecho inédito, otro signo de los tiempos que vive América Latina. La presidenta recibió ayer en el Salón de las Mujeres del Bicentenario de la Casa Rosada a todos los participantes del Foro de San Pablo. En los 40 minutos que duró la audiencia, Cristina Fernández ensayó un discurso en el que analizó los cambios políticos del subcontinente. Ante un auditorio compuesto por miembros del PC argentino, el PT brasileño, el sandinismo nicaragüense y el FMLN salvadoreño, la jefa de Estado hizo una fuerte valorización del concepto de democracia. En concreto, Cristina llamó a reconciliar la tradición de izquierda con el resguardo del Estado de Derecho y las garantías constitucionales. A su lado, con su bigote inconfundible, la escuchaba circunspecto el depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya. Sobre Honduras, la mandataria ratificó que la Argentina no reconocerá al gobierno de Porfirio Lobo hasta que no se reestablezcan las garantías democráticas y se respeten los Derechos Humanos en ese país. El Foro de San Pablo es el espacio de debate que agrupa desde hace años a los partidos latinoamericanos de tradición progresista y de izquierda. Ayer, todos los expositores que están participando de las jornadas de discusión en Buenos Aires fueron a la visita oficial en el primer piso de la Casa Rosada. Cristina los recibió acompañada por el canciller Héctor Timerman; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el subsecretario de Relaciones con la Sociedad Civil, Edgardo Depetri, uno de los artífices de la organización. La audiencia con los panelistas del Foro de San Pablo comenzó luego de que Zelaya mantuviera una entrevista privada con la presidenta. En la reunión también estuvieron Timerman y la esposa del hondureño, Xiomara Castro. Al término de la reunión, el propio Zelaya conversó con Tiempo Argentino. “Los procesos se construyen con hechos, no solamente con palabras, y esta mujer que hoy hemos visitado aquí es una líder a la que he catalogado como un orgullo para Latinoamérica. Cristina es una defensora de las libertades democráticas tan importantes para nuestros hijos. Abogó en contra del retorno del militarismo, algo que sufrió mucho la Argentina”, aseguró Zelaya en diálogo con este medio. El hondureño dijo que para sentarse a dialogar con Porfirio Lobo con el fin de buscar la reconciliación nacional primero se deberá consensuar “una agenda mínima que reestablezca el Estado de Derecho”. El diálogo con los delegados latinoamericanos comenzó tras la charla de Cristina con Zelaya. Para la reunión se usó el salón que suele ser escenario de los anuncios más importantes del gobierno, como la Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios o la reglamentación del matrimonio igualitario. Los visitantes se sentaron alrededor de una mesa ubicada en el centro. La presidenta se ubicó en una de las cabeceras. A su lado se sentaron los representantes del Ejecutivo: Parrilli y Depetri, más el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Eduardo Sigal, y el embajador Oscar Laborde, del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de la Cancillería. También participaron viejos conocidos de la izquierda argentina, como Patricio Echegaray y Jorge Kreynes, del PC, y Jorge Pereyra, del PC Congreso Extraordinario. Al final de su discurso, Cristina contó una anécdota de sus años de militancia juvenil en La Plata: recordó un operativo durante la última dictadura militar en el que detuvieron al padre de un vecino. Aquel detenido era el padre de Pereyra. El hombre, ya fallecido, estuvo varios meses desaparecido; luego fue llevado a la Unidad 9 de La Plata. Cristina confió que en ese entonces pensó que las fuerzas represivas venían a detenerla a ella.

Diario Tiempo Argentino

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